jueves, 12 de febrero de 2015

El brillo del Sol



El sábado pasado Luis Miguel dejó plantados a los yucatecos. Se dijeron mil cosas, sabrá Dios cuáles son ciertas. Hoy continúa su temporada en el auditorio nacional de la Ciudad de México. Supongo que ahí sí se va a presentar. Tarde, como siempre, pero sin sueño.

Y el sol, ya sabemos, no hace demasiado esfuerzo, sabe que es un ídolo, está consciente de cuánto lo quieren y cumple, así, a secas. Canta lo que debe cantar y baila un poquito, sonríe para más de 10,000 personas y entonces se viene la locura. En la ropa no se le ve una sola arruga, en la cara ya se le aprecian varias y en el cuerpo… Bueno, el cuerpo después de los cuarenta ya no es el mismo.

El lugar ha estado repleto, a reventar, Luis Miguel está festejando 33 años de carrera y su tour no puede llamarse de otra forma: “Deja vú”. Su éxito es impactante…

Y es impactante porque sigue siendo lo mismo, no cambia, no hay producción, parece un concierto de cualquier gira pasada. De cualquier gira pasada en los últimos veinte años.
Sin embargo, como la gente lo adora, el sol se da lujos que se le permiten a muy pocos: sale a cantar muy retrasado (casi una hora), no cambia el repertorio, se sigue peleando con el audífono, está muy pendiente del ingeniero de sonido y casi ni voltea a ver a la gente que se está volviendo loca por verlo de cerca, oírlo cantar y verlo medio bailar… Algunas rolas de sus primeros años, boleros y rancheras, nada del otro mundo (eso sí, su voz es extraordinaria, es un gran cantante). No se ve entusiasmado, más bien está como aburrido, aunque a veces como que se contagia de los gritos y la euforia de las butacas… Once músicos, una corista y trece mariachis son suficientes para complacer a un público muy poco exigente.

"Gracias por estar conmigo, es un placer y gracias por acompañarme en estos 33 años de carrera, donde me han brindado su cariño". Ajá, no dijo nada más.

Pero a los fans no les importa, le aplauden todo, bailan, cantan, gritan… Luis Miguel es una estrella, tiene muchísimo talento y carisma, pero se encuentra en una zona de confort que la da para tirar la hueva de manera muy descarada. Y subir de peso a lo güey. Aunque ¿a quién le importa? Mientras le paguen un millón de dólares por presentación lo demás sale sobrando ¿o no?

P.D. Esta columna pudo haber sido escrita hace dos  o tres o diez o veinte años. Y seguirá vigente mientras ustedes (y yo) sigan aplaudiendo.

Obituario: Maestros, por favor, ¡no se vayan de reforma! Su presencia ahí nos hace muy felices a todos.

1 comentario:

  1. Solo te falto la frase más celebre que a acuñado el Sol:

    "Gracias México"

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